25.8.04

El último boy scout

Desertia, 12 de enero de 0001

Esta mañana comencé a explorar el Gran Valle. Este valle es como un mar vivo, y se establece y dura como el pesado velo de tu ausencia. Este valle también es raro, cambia de forma según el clima. De todos modos, no es tan inabarcable como lo que pienso de vos.

Hasta hoy, la búsqueda había sido estática, que es un buen método para encontrar lo que está quieto. Pero no ha dado resultados positivos, ya ves. Así que decidí ponerme en movimiento, en otro tipo de movimiento que, aunque cauteloso, fue de una audacia extrema.

El Gran Valle es pequeño. La incursión no me llevó más de media hora, cuarenta y cinco minutos tal vez, de los terrestres (no se puede calcular bien aquí en Desertia, eso ya te lo he explicado) Como sea, el valle no es muy extenso: en el tiempo que tardé en recorrerlo sólo pasaron una luna y un sol.

Lo que no pude hacer (porque me faltó coraje, debo admitirlo) fue subir hasta las montañas que se elevan al norte (o lo que parece ser el norte a juzgar por los convulsionados movimientos astrales de este planeta)

Quizás del otro lado de esas montañas Desertia se convierta en un vergel. Puede ser que si subo me entere de que estás huyendo de mí.